Más patoaventuras en el metro

Sería hace unos 7 años que escuché una frase de gran sabiduría en uno de eso apretujones que hay en el metro. Fue en el metro hidalgo como a las 2 de la tarde, (para los que saben a esa hora está atascadísimo) que entre el centenar de personas que había metidas y comprimidas en ese vagón, eschuché una voz que dijo a su acompañante: "Ya ves, si quieres conocer de sexo, tienes que venir al metro".
Palabras llenas de sabiduría y verdad que en aquél momento solo me causaron risa, pero hoy en día por fin comprendo.

Sirva esta pequeña introducción para entrar al tema principal que, como ya les había dicho, otra vez tiene que ver con algo sexual en el metro.

Ahora pasó como a las 8 de la mañana. Andaba yo probando una ruta alterna para llegar a mí servicio social pero por metro, porque siempre me iba por el metrobus.
Era la primera vez que andaba por esa línea, es la línea de color naranja; y llegué con pensamientos inocentes, puros y optimistas sobre que sería un viaje tranquilo.

Terminé en el último vagón y por azares del destino en el fondo del vagón. Mal calculé la posición en la que creí que quedaría el final del tren y como había demasiada gente detrás de mí, ya no pude corregir el rumbo y pues me metí, me busqué un rinconcito y ahí me acomodé rezando porque no entrara demasiada gente. ¡¡¡Oh, cruel destino!!!... el vagón se llenó hasta el querreque.

En mi condición de rinconero, alcancé el suficiente espacio libre para seguir leyendo el libro que traía; el brazo de un sujeto estaba justo en frente de mi cara, pero estaba lo suficientemente lejos como para no estorbarme.

Iba yo muy concentrado leyendo el libro (bueno, parece que no iba tan concentrado después de todo) cuando noté unos movimientos de los sujetos que tenía al lado y como tenía la mirada hacia abajo (porque iba leyendo el libro) pues ví algo así:

Primero pensé: "Son de esos rozones accidentales que pasan porque el metro se mueve mucho".

Pero la mano iba y venía y volvía, se iba y ahí se quedó. Claro que el otro sujeto ni protestó. Más aún, no solo no protestó sino que después de un rato él también movió su mano y la acomodó... ¿Dónde creen? Pues sí, en el .... AHÍ MERITO del otro individuo.

Ya cuando me hice a la idea de que estos cuates estaban en pleno faje, traté de concentrarme en el libro. Avancé dos hojas, de las cuales no comprendí ni una sola palabra; ya estaba yo muy perturbado para poder entender los extraños símbolos que uno llama lenguaje escrito.

Convencido de que el libro no me distraería de tan "impactante" momento, mejor lo cerré y voltée la cara hacia la dirección opuesta de dónde estaban ellos. Y juro que intenté ignorarlos, lo juro.
Pero el colmo ya fue cuando escuché a uno de ellos con la respiración agitada (ahí sí, ya no tenía idea de lo que estarían haciendo), y lo escuché casi en mi oreja de tan pegadito que estaba con ellos dos. Ahí ya no sabía si gritar, echarme a correr o decirles que me juntaran.
Total que el faje se acabó. Afortunadamente antes de lo que yo pensaba y uno de ellos se bajó como a la cuarta o quinta estación después de que todos subimos.

Creí que todo había terminado ahí, pero no. El sujeto que yo tenía al lado como que se quedó con ganas de seguirle. Y ¿Adivinen a quién quiso escoger para seguirle? Pues al güey que estaba ahí al lado. Osease yo.
Porque de repente sentí como que su mano me estaba rozando la pierna. La neta no me esperé a saber si era un accidente o si era su mano o qué era.

Me moví como para que entendiera un "deja de estar fregando, yo no le hago a eso" y ya estaba yo pensando en soltarle un trancazo si le seguía. Bueno, no creo que me hubiera puesto violento, pero por lo menos me echaba a correr... aunque no había para dónde, aquello seguía muy lleno. Afortunadamente, no le siguió.

Poco a poco se fue vaciando el vagón mientras más nos acercabamos a la estación terminal. Y al fin llegué a mi destino, sano y salvo. Sobre todo sin magulladuras y con la inocencia intacta. :P

Me cae que ya escarmente lo suficiente. Ya no me voy por ahí, por lo menos no en ese vagón. Es que ... ¡¡¡no manchen!!! ... esto si fue un encuentro cercano del tipo peligroso.